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Imagen de promoción de "Derivada"
Ella ya falleció, pero su hija siguió sus pasos y es tan maravillosa como lo fue su madre.
En dicho curso conocí a una persona que trabaja con ella. Su nombre es Marina Gubbay, una profesional y una maestra impresionante.
La primera vez que la vi, no pude dejar de sorprenderme. Yo iba a realizar un seminario de movimiento, que si bien constaba de partes teóricas, se basaba en él.
Primero conocimos a Déborah Kalmar (hija de Stokoe) y al rato llega Marina.
Y aquí es donde comienza la historia. Entra caminando despacio, a su ritmo, con una sonrisa en los labios y una voz potente. Todas nos quedamos mirándola, y se produjo un silencio que ella supo como romper preguntándonos cosas...
Lo que veíamos no coincidía con lo que conocemos como una maestra de movimiento, y nuestros prejuicios (inconscientes en muchas de nosotras) saltaron inmediatamente a la palestra.
Marina tiene el lado derecho de su cuerpo con muy poca movilidad... luego de un accidente automovilístico ella quedó paralizada de ese lado...
Imagino, que con mucho trabajo de rehabilitación y dolor corporal y emocional, logró volver a caminar... con la pierna casi rígida, su brazo rígido en un ángulo recto y su mano casi cerrada en un puño...
Esto es lo que vieron nuestros ojos... nos faltaba ver con nuestros cuerpos y con nuestras almas... Les aseguro que cuando comenzó a hablar, ya no la vimos de la misma manera. Tiene una forma imperativa de dirigirse hacia la gente que en un principio choca, pero luego con el correr de su conversación se transforma en algo tan interesante que uno no tiene mas que "sentir".
Cuando ella habla a uno le pasan cosas con los sentidos, con lo corporal.
Les cuento esto como preámbulo, sólo para tener una idea de lo que ocurrió después.
Hicimos clases de movimiento, teóricas, debatimos y fueron pasando las clases.
Un día nos invita a ver una obra. Nos dice que es suya, la primera de su autoría tanto en el texto como en la coreografía, y que le gustaría vernos en alguna función.
Ella siempre fue bailarina, hasta el accidente... y luego siguió siéndolo increíblemente, pero esto ya da para otra entrada.
Eran sólo tres funciones, por lo que nos pusimos de acuerdo con otras personas y fuimos a la última función.
Nos encontramos en la puerta, conversamos sobre lo que a cada una le costó su día, sus preocupaciones, su vida. Entramos en la sala, un enorme salón despojado de todo, sin telones, con una mesa y un camisón sobre ella. Las butacas estaban en subida, sobre escalones hacia arriba, y cuando nos estábamos ubicando, atrás de todo, detrás de un vidrio oscuro, una mano nos saludaba, era ella Marina, desde el control...
Se apagaron las luces... unos minutos de silencio y oscuridad y un cenital ilumina a una mujer en corpiño y calzón en pose junto a la mesa... y allí comenzó todo...
Una bailarina comenzó un viaje de movimiento y palabra alternados con música en el que nos mostraba la vida de Marina en una coreografía.
Primero fue el movimiento... maravilloso dominio de su cuerpo y en un momento la imagen que se desplomaba en el piso... sus piernas no la sostenían... y la palabra que decía: "el ardor en los miembros, un dolor que quema... y una necesidad de agarrarse de algo, de sostenerse..."
Y así siguió y la mesa fue automóvil, y la mesa fue sostén y fue cama y fue... hasta que dejó de ser y ella la alejó y se quedó con el movimiento de sus limitaciones, entendiendo cómo, por donde, de qué manera... primero sus piernas y luego el protagonismo lo tomó su brazo rígido y un cuerpo que trataba de ponerse el camisón, solo eso y estorbaba... hasta que pudo... y luego pudo bailar desde allí, desde la limitación.... y las últimas palabras en medio de movimientos por momentos descontrolados pero precisos fueron: "no hay final feliz..." repetido muchas veces, pero no desde el dolor o la resignación, sino desde la certeza de lo aceptado...
Qué más puedo contarles, no sé, se acaban las palabras, no tengo imágenes de la obra, no se podía filmar ni sacar fotos.
Allí terminó la función de la bailarina, y todos en un silencio pesado, fuimos saliendo hacia el hall del teatro donde se fueron armando grupos en los que se comentaba lo visto. Nadie quería irse sin saludarla.
Y entonces salió ella, hermosamente maquillada con su largo pelo negro y su sencillez en el vestir con una gran sonrisa y la emoción a flor de piel... agradeciendo a cada uno que estuviésemos presentes.
Todavía nos dejó algo más, unas palabras en las que decía: " esto habla sobre las limitaciones, cada uno puede llevarlo hacia lo que necesite, hacia lo que le despierte... ahora comienza otra etapa en mi vida..."
La obra se llama "DERIVADA".
No podía dejar de compartir esto con ustedes. Partir de las limitaciones no es lo que hacemos normalmente. Estamos acostumbrados a trabajar desde las posibilidades. Pero qué pasa si esas posibilidades así como las conocemos desaparecen de un día para el otro??
Nuestras limitaciones nos marcan diariamente frustraciones, y nos quejamos de ellas, sistemáticamente... que pasaría si las transmutamos, las transitamos y logramos a partir de ellas, posibilidades nuevas, que seguramente las hay, y que no nos permitimos conocer?
Todavía conmovida, les traigo esta inquietud, a mi me sirvió, espero que a ustedes también.
Un gran maestro no sólo nos enseña sobre su saber académico, también nos enseña para la vida.

Marina Gubbay
mi maestra